viernes, 18 de julio de 2014

Cerrado por vacaciones




Cerrado por vacaciones

¡Vaya por Dios!, me he marchado de viaje y se me ha olvidado poner el cartel de “cerrado por vacaciones”, espero que me sepáis perdonar, pero las prisas de última hora me envolvieron en un mar de dudas, indecisiones y urgencias.

Podrá parecer fácil para más de uno, pero cuando no sueles irte a pintar durante toda una semana, te desbordan los preparativos: preparar la maleta, lienzo, tableros, bloc, pinturas, caballetes, …Y claro, ¿tomarás algún apunte en tu cuaderno de viaje?, (cuaderno, acuarelas, rotuladores)… ¿Pero no vas a hacer fotos en un lugar como Albarracín? (cámara, objetivo) … ¡Una locura!, me hubiera venido bien uno de esos baúles que utilizaban los viajeros de principios del siglo XX.

Pero finalmente y previo paso por Alacant, llegamos a Albarracín. Sus numerosas cuestas y escalones propician unas vistas maravillosas la primera y la segunda vez,  pero cuando las has subido veinte veces llegas tan cansado que no ves nada y el corazón parece desbocado. No obstante es un paraje tan variado y peculiar que puedes pintar cualquier rincón … Y menos mal que había más de un rincón para poder dejar los bártulos de pintar, porque cargar con ellos es otra de las penitencias que tiene esta afición/profesión.

Escaleras en Albarracín
foto ©Robalt

Las lecciones magistrales, conferencias e incluso este año, el documental de Antonio Gómez-Olea, tienen la facultad de, además de cultivarnos en este arte tan maravilloso, hacernos olvidar los sufrimientos del día a día y proporcionarnos una inyección de optimismo y motivación para abordar el siguiente día.

Cenando en la Parroquia.
foto Joaquina

Pero si he de destacar algo por encima de todo lo dicho, creo que es la gente; el equipo docente con sus atenciones, los organizadores con su buen hacer, los compañeros; de todas las edades, los podría haber desde 21 hasta 80 años (y perdón por si me dejo a alguien fuera de este rango), y aunque los grupos son inevitables siempre hubo momentos y excusas para hablar con todos ellos; en el desayuno, en la comida, tomando una caña, pintando, al visitar a un grupo que no era el tuyo, cualquier excusa era buena para conocer a un desconocido. Los había de los cuatro puntos cardinales e incluso una oriental. Me he sentido muy a gusto y desde aquí aprovecho para dar las gracias a todos por haber ido este año a Albarracín.

El mundo al revés; Los jóvenes hablando y los menos jóvenes wasapeando
foto ©Robalt
Escuchando el Órgano de la catedral de la mano de Fernando Laredo.
foto ©Robalt


Ahora sí que creo que me voy de vacaciones, espero me disculpéis y tened en cuenta que una entrada a la semana (compromiso adquirido sin que nadie me obligara el pasado mes de marzo) vienen a ser 52 en un año y eso sigue en pie aunque suponga más de una semanal.

Con mi cuadro en la exposición


Profesores, becados y menciones
foto ©Robalt

lunes, 7 de julio de 2014

Una visita a la dentista

Una visita a la dentista

Hace unos días tuve que ir a la dentista. Cómo han cambiado las salas de los dentistas, ahora tienen música, televisor, revistas y ¡muchos! diplomas en las paredes, tantos que tuve que leerlos todos porque de repente me vino una mala idea a la cabeza; ¿Y si algunos son repetidos y ha hecho los cursos varias veces porque es un poco torpe?, pero no, eran todos diferentes.

La sala de espera estaba decorada con bastante gusto, colores pastel, con predominio del los ocres y marrones en una suave degradación, los asientos y sillones a juego con las paredes.

Todo el ambiente respiraba paz y tranquilidad. La dulce voz de las auxiliares invitaba a los pacientes a que les siguieran con una gran sonrisa e indicando con la mano y una ligerísima inclinación el camino hacía una de las habitaciones donde te esperaba la dentista.

Cada vez que llamaban a alguien sentías pena de no ser tu el invitado. Hasta que por fin pude pasar a esa habitación, donde un sillón propio de este siglo o incluso del que viene te esperaba, ligeramente reclinado, invitándote a echarte de espaldas sobre él y acogiéndote como en un abrazo con sus formas anatómicamente “quasi” perfectas.

Una maravillosa luz blanca, que permite verlo todo con la máxima claridad y ese foco directo a la boca, que parece acariciarla y que desprende una ligera y cálida temperatura. Hasta el sonido agudo de ese torno acompasaba la melodía que se escuchaba de fondo.  La dentista se puso manos a la obra, ¡qué bien se manejaba, qué soltura!, por un momento cerré los ojos y me pareció verla bailar alrededor del sillón. Cuando me quise dar cuenta ya había terminado. ¡Qué deprisa pasa el tiempo cuando estás tan a gusto!

 Que ¿qué me hicieron? Nada, acompañaba a mi madre, pero me dio tiempo a hacerle un pequeño dibujo en la cubierta del libro que me llevé para leer; “Modos de ver” de John Berger.



Lápiz de color sobre cartón

Coloreado por ordenador