sábado, 4 de mayo de 2019

Un paseo por Madrid el 1 de mayo

El miércoles salí de casa para dar un paseo con mi amigo Tomás. Él, es un libro andante de fotografía  y siempre te descubre algo o a alguien nuevo. Con sus más de setenta años, tiene la “suerte” de haber ahorrado mucho entusiasmo e ilusión por todo aquello que le hace feliz, y sabe transmitirlo a todo aquel que esté dispuesto a dejarse contagiar.

Todo ha empezado en la estación del Cercanías en Villaverde Bajo, donde el brillo de los bancos de aluminio cuando les da el sol, contrastado con la sombra del techado, hacían  ver una escena difícil para una  cámara de fotos, a pesar de que nuestros ojos no tienen ningún problema para ver ese tipo de imágenes. En fotografía se llama amplitud del rango dinámico. Y la cámara de fotos, lo ha conseguido muy dignamente.








Después de desayunar, charlar largo y tendido de la vida, religión y política, fotográficamente hablando, nos hemos echado a la calle. El Botánico estaba a rebosar y la cola era tan larga que nos ha echado atrás, así que nos hemos dispuesto a pasear por el Paseo del Prado hacia la Cibeles. Allí me he encontrado con Goya. quien me ha dado la espalda. Los Jerónimos estaban tan resultones como siempre y en un momento que Goya parecía estar distraído lo he vuelto a intentar, … pero el viejo está curado de espanto y sabe más que el diablo, así que he vuelto a fotografiarle su hermosa espalda.









¡Qué sorpresa! Hoy es uno de mayo, día del trabajo y hemos coincidido con la manifestación convocada por la mayoría de los sindicatos.







El Paseo del Prado estaba lleno de banderas rojas, republicanas, rojas, republicanas, … bueno, eso, mucho rojo, algo de amarillo y un poco de morado. A pesar de la concentración de gentes, las cámaras de los medios de comunicación estaban centradas allí donde una figura política aparecía, y francamente ese tipo de protagonismo puramente publicitario me … un poco, así que yo he preferido sacar a la muchedumbre en general y a algún protagonista en particular. Protagonistas que si un medio de comunicación hubiera reparado en ellos hubieran tenido algo más curioso o interesante que decir que la retahíla de expresiones, “políticamente correctas”, que habrán dicho los otros entrevistados.





Con motivo de la manifestación y solo hasta que ésta se desarrollaba, el Paseo del Prado era peatonal, y  eso me ha permitido ver escenas como las de la pareja solitaria paseando delante de Neptuno y con el Palas al fondo, la madre que señala algo interesante a su hija con las gotas de agua de la fuente como fondo o la fila de peatones que se desplazan a todo lo ancho de la calzada como emulando a la manifestación que solo unos minutos antes pisaba el mismo asfalto.






Como me había quedado el gusanillo del Botánico, no he podido dejar de pasar por la verja que da al Paseo y sacar dos instantáneas de la primavera que ya parece que llena las parcelas del Botánico.





No he podido reprimirme a sacar a un par de perros, el primero porque es un Fox Terrier, como el que tienemos en casa y el segundo porque me ha enternecido al ver cómo se hacía un ovillo sobre sí mismo.




Me acercaba a la cuesta de Moyano y de repente me he encontrado con Tintín y me he acordado de Juan d’Ors, así que aquí va un Tintín más en tu honor.



La cuesta de Moyano, es para paseársela viendo libros y no haciendo fotos, pero como llevaba la cámara en la mano no he podido evitar hacer la foto del librero que lee y para terminar, unas margaritas o mejor dicho, unos Dientes de León que se abren paso entre el asfalto de una calle tan emblemática con la de Alfonso XII. Me sorprende como una planta tan delicada que cualquiera podría cortar con su uña, es capaz de abrirse paso entre el granito y el asfalto de una calle.




Lo cierto es que ha sido provechoso el paseo, me he vuelto con un par de fotos que me gustan y eso ya es mucho.