martes, 4 de noviembre de 2014

La Trashumancia

El pasado domingo tuve que decidirme por si me iba a dibujar ovejitas o me iba a fotografiarlas. Finalmente opté por lo segundo. 

Todos los años y con la llegada del otoño se celebra en Madrid un homenaje a la trashumancia. Allá por el siglo XIII, y aprovechando un gran auge económico,  el rey Alfoso X el Sabio creó el Consejo de la Mesta donde se fijaron ciertos privilegios para los ganaderos, entre ellos, los derechos de paso de los que hoy en día todavía quedan en España más de 100.000 Km a través de las vías pecuarias. 

Le había dado unas cuantas vueltas a qué fotografiar, escenario, altura, detalles, etc., todo eso que se piensa cuando uno va a hacer fotos de algo muy concreto. 

Cuando ya tenía el sito elegido, me había colocado en cuclillas, las piernas empezaban a dormirse; aparecen por la esquina las primeras ovejas y 5, 10, 40 pares de piernas de todos los tamaños y colores empiezan a saltar por encima de mi cabeza o por ambos flancos colocándose justo delante de mi para inmortalizar con sus móviles un espectáculo borreguil.

Me levanté y me protegí entre unos coches. 




Más tarde y aprovechando los discursos en la Plaza de la Villa, tuve ocasión de sacar unas cuantas fotos con más tranquilidad. Tras su revisión, algunas me han resultado interesantes pero mejor echadles un vistazo y opinad vosotros mismos. 




Ovejas esperando a que terminen el discurso de los representantes del Ayuntamiento.




Siempre hay uno que tiene que salir en la foto aunque no le hayas invitado. Podríamos llamarle "el nota".



El guapo de turno, ¡... y lo sabe!




El jefe por detrás, aunque no lo mires sabes que ahí está.




No podía faltar la oveja negra.





Si solo dos cabrones como estos atraen a tanto turista, la industrial del turismo no corre peligro en España.





Siempre tiene que haber algún cabrón que pisotee a los demás.



Cualquier parecido con la realidad es cosa del pasado, la culpa, la trashumancia, reclamad a Alfonso X el Sabio.

















Plas-mación 7

PLAS-MACIÓN 7





En esos momentos decido descansar un poco y busco un modelo con el que practicar un retrato, pero no me atrevo a buscarme la enemistad de algún amigo o familiar, por si en el último momento decido "plas-marlo" así que me busco lo más fácil y hago un autorretrato. 




 Como se puede comprobar, la plas-mación huelga por su ausencia. (cobarde)



También intento un retrato ecléctico de mi hijo, partiendo de un rostro naturalista o realista, pasando por una sudadera más impresionista hasta un fondo algo expresionista.




Ahora mismo me resulta complicado volver a la plas-mación de golpe sin un paso intermedio y lo intento mediante una serie de bodegones donde pretendo que la composición sea el verdadero protagonista y no los objetos que lo componen, pintando de una manera algo desenfadada, o por lo menos intentando que así sea.




















Detalle


Detalle




Detalle





Detalle

























Detalle





















Ahora ya me he desahogado, ya creo que podré volver a las plas-maciones.